Al principio abres los ojos, tratando de ver algo delante de ti, alguna luz, algo que te indique algún camino, pero con el tiempo los cierras, es inútil esforzarse, sabes que no hay nada de luz en ti, todo es oscuridad en tu interior.
Pero de repente notas algo, abres los ojos y distingues una tenue luz , no sabes donde está ni de donde viene, pero aprecias cosas, llegar a ver algo, ves tus manos, tu cuerpo, tus pies que siguen andando recto, te encoges de hombros y sigues adelante, esta vez apoyado por esa tenue luz que conforme avanzas, conforme pasan los días se hace más fuerte, alumbrando tu interior, como si alguna chispa dentro de ti se hubiera encendido.
Ahora aprecias más cosas, empiezas a comprender el significado de algunas cosas que antes creías nimias, insignificantes, sonríes a pesar de que no recuerdas como era, ni sabes porque lo haces, notas el calor de esa luz, como te abraza haciéndote sentir a gusto, recordándote cosas del pasado, cuando casi todo era luz antes de que poco a poco la oscuridad lo fuera consumiendo todo, para protegerte o al menos eso crees.
Y conforme vas andando te empieza a gustar más esa luz, a querer más de ella, piensas que estará para siempre en ti, lo esperas y lo deseas de verdad, pides a la nada que sea así, que se quede contigo para siempre, no sabes si será así, si se quedará y se irá con el tiempo volviendo a sumergirte en la total oscuridad, pero mientras esté la aprovechas al máximo, deseas tenerla todo el tiempo posible, llegas a sentir.
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